lunes, 12 de febrero de 2007

Eduardo Lago (Entrevista)

4/2/2007
LA ENTREVISTA // EDUARDO LAGO
POR NOELIA SASTRE

"La literatura me mantiene limpios los sentimientos"
NOELIA SASTRE

Escritor y director del Instituto Cervantes de Nueva York

Cuando lean esta entrevista, seguramente Eduardo Lago tendrá en sus manos alguno de los 25 libros que devora al tiempo que dirige el Instituto Cervantes de Nueva York. Llegó el 1 de septiembre al despacho donde guarda como un tesoro las obras firmadas por los autores que ha entrevistado. Escritor secreto hasta que la noche de Reyes del 2006 ganó el Nadal con Llámame Brooklyn, Lago vive en Chelsea, es profesor en excedencia de literatura y quiere llenar de jóvenes el Amster Yard, sede del Cervantes, donde aprenden español 3.000 personas al año, y regalar un libro y una rosa cada 23 de abril.

--Su vida ha cambiado en un año.
--Antes era un escritor secreto. Solo había publicado una colección de cuentos y un librito de viajes. Ahora tengo una dimensión pública que no estoy seguro de que me guste.

--Llegó un día a Nueva York y se ha quedado 20 años.
--Es que estaba saturado de mi vida en España. Vine con dos traducciones para quedarme un año, pero la ciudad decidió por mí. Me ofrecieron el doctorado y un trabajo estupendo en la universidad.

--¿Qué es lo primero que enseña a sus alumnos?
--Les digo que la literatura es para disfrutar y que si cuando leen un libro no disfrutan, deben cambiarlo. Yo soy un lector caótico. Ahora estoy con Pynchon, Nabokov, McEwan, Murakami, Chateaubriand, Hugo Ball y, así, hasta 25 a la vez.

--¿Cuál es el placer de la literatura?
--No dejo de aprender y me mantiene limpios los sentimientos. Es un filtro que necesito para vivir.

--Sarah Lawrence es un prestigioso college neoyorquino fundado por mujeres, con un programa de estudios antiautoritario.
--Es una forma muy relajada de acercarse a la educación. No hay notas ni exámentes. Los alumnos son hijos de gente famosa en el campo de las artes, como Paul Auster o Peter Gabriel. Allí estudió Yoko Ono, gente de la familia de Kennedy y de Lorca.

--En sus clases hay mucha mujer y poco hombre. ¿Son distintos en su forma de acercarse a la literatura?
--Yo lo que planteo es si es diferente escribir como mujer o como hombre. Hay una diferencia que me llama la atención, aunque me estoy complicando la vida porque en mi próxima obra el narrador es mujer.

--¿Qué puede avanzarnos?
--Tengo un pacto conmigo mismo, y es que no voy a decir nada de ese libro. He dejado que la idea se mueva sola, organizando la estructura y la cronología. Va a ser una novela corta. A partir del 1 de febrero escribiré siete horas a la semana. Ese es mi modesto objetivo para el 2007.

--¿Cómo se lleva con la crítica?
--La perversión mayor de la crítica es que se considera más importante que la obra literaria en sí. Los críticos pueden aportar algo, pero me he reído bastante de ellos en mi libro.

--¿Tenemos que seguir creyendo en los premios?
--En general, su política es nefasta. El 80% son trampas. No me gustan los que sirven para dar un espaldarazo comercial a un autor ya conocido.

--Mire lo que dice un lector sobre Llámame Brooklyn: "Un gran libro, pero dejad de decir que se parece a Paul Auster. En todo caso es un claro sucesor de Don DeLillo".
--No me identifico con Auster. A DeLillo ya quisiera parecerme. Es un dios en trato directo con la pluma.

--¿Cuándo le propusieron dirigir el Cervantes de Nueva York?
--Tras el Nadal. Y me lo tomé como una bella obligación, porque quiero imponer una visión muy mía. Conozco la ciudad y el medio. Mi antecesor, Muñoz Molina, lo hizo bien.

--¿Qué objetivos se ha marcado?
--Entrar más en el tejido cultural de la ciudad. Atraer a los jóvenes trabajando con un espacio alternativo en Brooklyn y otro en el East Village. Ofrecer una sala a escritores para que hablen de lo que quieran.

--Quiere importar Sant Jordi.
--Me parece una tradición maravillosa y sería estupendo universalizarla. La idea es regalar un libro en castellano, otro en catalán y una rosa. Ya se ha hecho algo en el pasado.

--Y conquistar a la prensa de EEUU.
--Es necesario: no podemos hacer nada sin los estadounidenses y los latinos. Como dice García Márquez, Nueva York es una isla del Caribe. Tenemos una tremenda competencia cultural y hay que crecer más.

--¿Cómo ha vivido la progresión del español en EEUU?
--La batalla de la cantidad está ganada; ahora hay que ganar la de la calidad. Uno de mis proyectos es estudiar qué está pasando con el español en EEUU. He hablado con Humberto López Morales, de la RAE, y ha aceptado coordinarlo. Vamos a repasar todos los aspectos: desde los más teóricos hasta los más cotidianos.

--Llámame Brooklyn le obsesionó durante cinco años. ¿Y ahora?
--Tengo grandes esperanzas de escribir un libro puro, que no venda nada a nadie. No sé vivir sin escribir.

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